Estoy hablando del escritor que hizo de la derrota y de la pesadilla una aventura salvaje. El autor que convirtió la marginalidad, el fracaso, el exilio y la obsesión literaria en materia épica y profundamente humana. Escribió sobre lo que conocía y nos presenteó con personajes entrañables y otros un tanto perturbadores. Convirtió a los poetas sin lectores, a los detectives de lo imposible, a los exiliados y a los derrotados en protagonistas de una épica moderna. En sus novelas, la literatura no es una salvación, sino una forma de extravío, de resistencia, a veces de locura. Roberto Bolaño hizo de la escritura un territorio donde caben la ternura y la violencia, el absurdo y la belleza. Y así, entre fantasmas y fugitivos, fundó una obra que no deja de interpelarnos.
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