domingo, fevereiro 20, 2011

MILONGA (Oliverio Girondo)




Sobre las mesas, botellas decapitadas de “champagne” con

corbatas blancas de payaso, baldes de níquel que trasuntan

enflaquecidos brazos y espaldas de “cocottes”.

El bandoneón canta con esperesos de gusano baboso, contradice

el pelo rojo de la alfombra, imanta los pezones, los

pubis y las puntas de los zapatos.

Machos que se quiebran en cuarto ritual, la cabeza hundida

entre los hombros, la jeta hinchada de palabras soeces.

Hembras con las ancas nerviosas, un poquito de espuma

en las axilas, y los ojos demasiado aceitados.

De pronto se oye un fracaso de cristales. Las mesas dan

un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire. Un enorme

espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía

dentro; Mientras entre un oleaje de brazos y de espaldas estallan

las trompadas, como una rueda de cohetes de bengala.

Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.

Bueno Aires, octubre, 1921

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